Deambular por las calles de ésta ciudad gris (gris a mi parecer) mientras la miseria carcome cada espacio de
ella. Mirar los rostros alegres de la
gente mientras los barrios, calle arriba, se derrumban por las peleas entre
combos. Gorras planas, rostros de
hombres sin espíritu y olor a mariguana por todos lados. En que cloaca humana nos hemos
convertido. Shhhh, no pienses en voz alta
-me dice la conciencia. Cual shhhh,
cual mierda esa de callarme si ya nos sellaron, a las malas, los labios. Queremos innovar como ciudad pero no innovamos
como personas, no nos revelamos ante tanta sangre cayendo del cielo. Traiciones, matanzas, más gorras planas, más
atolondrados, más “Ñengo Flow”, menos
carisma, menos respeto por la vida, por eso que llamábamos “ser humano”. Deambular por “El parque del periodista”, por
el “Carlos E” y ya no
sentirlos como un espacio propio; caminar por el centro y sentir el arrume de
gente que no sabe para dónde va y de dónde viene. Encontrar en las calles las miradas desesperadas
del desempleo, la injusticia social, el estrés provocado por las malas
administraciones de turno.
Bang, bang y las “Las montañas de mi tierra” al carajo. Llega ésta “Feria
de flores” y todos piensan en rumba, más rumba mientras la ciudad se derrumba,
la derrumban. Que carajos pensar en los
más oprimidos, los que están de luto, los abatidos por la miseria si el
aguardiente antioqueño esta “Pa las que
sea”. “Pa las
que sea” menos para arreglar esta realidad donde los borrachos están
autorizados para matar así sea con un automóvil –¿Audi?- a quien se les atraviese.
La impunidad se sigue riendo de la ley, sigue escupiéndole en la cara a
las víctimas. Con gorritas planas de
burrito seguimos innovando mientras el ruido obsceno del “reggaetón” sigue
carcomiendo cabezas, sigue opacando con vergüenza eso que llamamos
belleza. Ciudad gris, para mí sí que lo
es, sigues ahí como una meretriz ante el mundo vendiéndote baratica, bien
baratica. Sí, seguimos innovando con
grupitos de jóvenes sin destino -¿”Destinitos
fatales?”-, sin conciencia, sin cabeza.
Sigo deambulando por las calles de una “Ciudad pesadilla”, pensando que
no es necesario pensar, Jajaja, para que pensar en la ciudad más innovadora del
mundo, ciudad sin jueguitos Olímpicos….o bien, si hay olimpiadas para muertos.
Gorritas con la teja
plana, gorritas medio puestas, gorritas sin cabeza a bordo. Por qué me dará vergüenza la miseria de mi
ciudad -¿Cuántas veces he dicho miseria?-,
por qué me da desespero pensar en ésta ciudad desesperante, por qué pensar
tanto en una ciudad que no tiene sentimientos, no quiere, no nos quiere vivos.
Hum que deliciosa se
torna ésta ciudad seductora, de ¿”pobres corazones”?. Ja, ni sé por qué pienso así, ni sé por qué
sigo ensimismado en éstos pensamientos estúpidos, inaportantes, por qué seguir
acá, ah verdad que no hay viajes interplanetarios. Pero ahí está el “Aguardiente antioqueño pa las que sea”, sí, ya hay un menjurje que
te cura todos los males -¿Serán sinónimos
miseria y “Pa las que sea”?-. Ya no
huele a progreso, huele a mariguana mal fumada, a cripa, a mujeres sin sentido,
sin sexto sentido, cuando son ellas, sí: las mujeres de verdad, quienes
construyen país con ese otro sentido llamado sentido común, un sentido cada vez
menos común. Esta ciudad huele mal,
huele a desecho humano, a podredumbre, huele a ruido, a ruidoton. Ya no hay una “Eterna primavera”, ni hay
flores entonces para que una feria de flores sin flores. “Pa que
zapatos si no hay casa, pa que hijueputas” – dijo por ahí un sabio de
escasos 14 o 15 años en alguna película de una infeliz vendedora de rosas.
No todo es malo me dice
la conciencia, ¡ja! No todo es malo pero ya la mayoría de cosas se están
pudriendo, pienso con mis labios sellados, cosidos por la censura de la
estupidez. Esta cosa que escribo esta
hecha con tinta transparente sacada de mis ojos, son lágrimas perturbadas por
una noche hecha de silencios. Cuando
duermo salen de mi cabeza monstruos con gorritas de teja plana, tarareándome letras
compuestas de nada, jovencitos con los ojos desorbitados cayendo putrefactos,
llenos de hoyos, con plomo en la sangre, con un “Pa las que sea” en sus
cabecitas. Sé que no hay redención, sé
que por ésta sopa de letras y palabras nadie sacará nada para su vida. Solo podrán sorber de ese liquido que está
“Pa las que sea” y así, ebrios de estupidez, se reirán de lo que escribo.
Soy solo una palabra
mal escrita en algún cuaderno, soy solo un silencio intentando gritar mientras
una bruja invisible se monta encima para que no hable.
Solo se derrumba una
ciudad, muchas ciudades, un planeta que grita duro:¡Que viva la rumba!. Ya no
existe una verdadera conciencia humana progresista, desde que se impuso el
minimalismo el hombre se ha ido convirtiendo en un ser netamente instintivo. De que me sirve tanto hablar de la “Ciudad
gris” si todos la ven de colores, colores extraídos que salen de unas gafas con
cristales de colores. Y aquí siguen
entreteniéndonos con distractores, distractores para la mente, extractores de
cerebros, armas con silenciadores para matar conciencias, miseria, ese es el
derecho que todos tenemos: un bulto de miseria para cada persona. Por las noches llegamos a nuestras casas y encendemos la tele y los canales de Bogotá distribuyen a las demás “provincias”
una serie de paquetes con las mejores series en donde se nos restriega
incesantemente lo miserables que hemos sido.
Escobar, Castaño, mulas, prepagos, Tijeras son algunos de los
nombrecitos que se proyectan en las pantallas mientras la gente se idiotiza con
el carnaval de la muerte que han edificado algunos gañanes de nuestra
raza. Que excitante es ver nuestro
dialecto, nuestro lenguaje, vulgarizado por estos señores que desean desmembrar
cerebros con el consumismo como cirujano.
Ya no parecemos una raza colombiana de empuje, somos la herencia de los
narcos, los paramilitares, los guerrilleros.
Oh felicidad: ¡somos la
capital del Reggaeton!, que bonita es nuestra patria, una patria que ya no es “boba”…ya la idiotez se apoderó
de ella y ello es una enfermedad de difícil cura porque se asemeja a una
epidemia.
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