Soñando mundos de colores
Cuando el silencio deja de callarse y comienza a hablar…
Esta mañana desperté y por la canalización de la calle 30 había colores regados por todas partes. No sé como llegaron allí, o tal vez si lo sabía, pero prefería quedarme en silencio imaginándome a unos hombres mágicos, fantásticos, regando colores sobre alguna parte de la canalización. Vasenillas sobre llantas, Letras de tamaños enormes, un muñequito llamado madroño, un submarino amarillo -¿Como el de The Beatles?-, un enorme cangrejo rojo y hasta un hombre serpiente habitaban en esta parte de la ciudad. Artistas y colectivos como La plaga, Sekret, red eye ,Endo y otra buena cantidad de artistas han dejado una galería abierta al publico de Belén, o simplemente al público que transita de occidente a Oriente o viceversa, sea en un Conatra, en un 171, un 174 o 173, en taxi o en un carro particular, a pie y en bicicleta. Si, eso es arte urbano, callejero para otros pero arte al fin y al cabo.
Esa mañana soleada tomé la decisión de buscar el arcoíris por todos lados, dejar atrás esta ciudad gris y encontrar dentro de ella un poco de color, solo un poco de imaginación, O2 lleno de verde, azul, amarillo, morado, etc,etc. Me lancé a la canalización, ese espacio por donde pasa una quebrada café llena de desperdicios. Dentro de la canalización se sentía diferente todo, era como si seres de diferentes planetas arribaran a ese sitio y dejasen su huellas, ¡eso! como las de Nazca en Perú, como si esas huellas fueran la muestra de que alguien nos dejó su retrato, su visión del mundo.
Finalizando la pista del aeropuerto Olaya Herrera, por el costado norte de esta, podrás encontrar una canalización que alberga la quebrada La AltaVista, una canalización que alberga gente que altera sus conciencias…un rincón donde el color va tomando formas y estas se van convirtiendo en el fiel reflejo del pensamiento de alguien. ¿Saben? En Belén, y en todo el mundo, es mejor inundar los muros con pintura y arte que con sangre, locura y muerte. Por eso mi barrio, mi ciudad, merece más colores y menos grises, más artistas y menos homicidas, más creatividad para construir nuevas ideas que mentes ociosas dispuestas a robarte la tranquilidad.
Luego llegué a la 30 con la carrera 70 y me fui hacia el sur. Llegando a la Unidad Deportiva María Luisa Calle me encontré, en toda una esquina, con otro muro en el que rezaba un eufórico: “Vive Salvaje”. Esta obra llena de mucha vida traía consigo un enorme gusanito que descansaba a un costado del muro, doblando la esquina un hombre en bicicleta me anunciaba que el muro aun no terminaba y que dentro de esta imagen habían otras imágenes que, en conjunto, le daban vida a ese lavadero de carros que siempre fue naranja ladrillo, naranja de obra negra.
Esa mañana seguía caminando con sus pasos que sonaban como un tictac eterno y yo seguí curioseando en otras partes y así regresé a la canalización de la calle 30 y nuevamente encontré el submarino amarillo con un buceador verde que, al parecer, exploraba ese mar gris de asfalto que es la canalización.
¡Si señores! Esta mañana desperté y supe que pronto habría mas colores en algún otro muro…en silencio cerré los ojos por cinco minutos más, ¡A fin de cuentas! la ciudad no seria gris del todo…