Todo vale mil. Todos los
operadores 150$. Mastercarnes. Sala X, horario de 12 m. a 8:00p.m.. Censura 18 años. Gran cine Villanueva. Prendería, servicio 24 horas. No sé, sigo caminando por Bolívar, cerca a la
estación Prado del metro, cerquita de Barbacoas y aun así éste jueves parecía
domingo…
El aire que se respiraba en el
centro de Medellín no era el típico aire a humo comprimido, humo defecado por
miles de carros que a diario tosen y escupen sus flemas llenas de carboncillo,
CO2 , o bien esa cosa que mata los pulmones de los que se mueren de cáncer de
pulmón. El centro estaba medio callado,
porque para callar al centro se necesita, y no era gratuito que fuera a estar
medio callado, lo que pasaba era que una avalancha de conciencias llenas de
rabia estaban correteando, vociferando, p-r-o-t-e-s-t-a-n-d-o. Era un tornado de furia colectiva, de pueblo
desesperado, de personas al borde de un colapso nervioso por causa de la burla
estatal.
El centro parecía una plaza de
algún pueblo, en algún mundo, a la espera de que soltasen los toros para la
corraleja, no era el 20 de enero ni era Sincelejo pero era 29 de agosto día de
Paro Nacional, una corraleja humana de tamaño descomunal. Pero, ¿en verdad serán descomunales nuestras
revueltas?...después de la insurrección de los comuneros, Gaitán y su Bogotazo,
el Golpe de Estado de Pinilla, la toma del Palacio de Justicia por el M-19, no
se han visto verdaderos motines, no nos hemos aventurado a desplomar las
fuerzas oscuras de éstos gobiernos que solo mienten porque no tienen nariz que
se les crezca, porque a Pepe Grillo hace ya mucho tiempo lo mataron.
Pero ¡hey!, yo estaba hablando de
un jueves que se había convertido en domingo, no iba a hablarles de lo que
vomitan a diario los noticieros de éste país, vamos a vomitar cosas bonitas. Boooom, Boooom y boooom y comienza la gente a
correr y a correr. Mujeres, niños,
hombres, mujeres de la calle, niños de la calle, ancianos. ¡Señores y señoras!
con ustedes los estudiantes de las Universidades públicas gritando, corriendo,
protestando, marchando. La Avenida De
Greiff parecía el escenario de una maratón de conciencias.
“Viva la
U ¡Viva!, viva la U ¡Viva!, viva la Universidad, no la dejes ¡ no!, no la dejes
¡no!, no la dejes privatizar” “Que se
necesita pa ser policía ser un /))?=?¿%$%/()&/$ de noche y de día”-los signitos raros juntos significan
hijueputa- ”.
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(Momento en que la marcha estudiantil cruzaba el parque
Botero, cerquita al museo de Antioquia….)
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El surrealismo se había apropiado
de ésta ciudad, desde el miércoles ya se venía hablando de que irían a darse
posibles enfrentamientos entre la ciudadanía con la fuerza pública. Los protestantes de Barbosa y del Oriente
antioqueño ya estaban cansados de esperar hasta el desespero. En los noticieros daban recomendaciones para
que se evitara a toda costa el encuentro con la rabia del pueblo, aunque en
verdad la mayoría ya tiene un poquito de esa esquizofrenia que nos han
inyectado nuestros últimos mandatarios.
Todo se ha ido convirtiendo en una bola de nieve gigante que viene
rodando desde nuestros campos, desde nuestras carreteras, desde las minas y las
ciudades. Hablar entonces de una
realidad nueva en éste país de Santa Laura y el Padre Marianito, es como
recontar una y otra vez la historia de los tres cerditos y el lobo feroz, la
única gran diferencia es que en nuestra historia no hay un cerdito disciplinado
que pueda construir con bases sólidas el futuro de éste país.
Ver el Éxito de San Antonio cerrado
a las 5 de la tarde era inspirador porque hablábamos de un jueves y no de un
domingo. Las calles vacías no represaban personas intentado llegar de un lugar
a otro, era como un sueño en donde andas por un laberinto de edificios, locales
comerciales cerrados y nada de nadie, un sueño donde el silencio esta turbio,
no genera confianza…Boooooom.
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(Shhhhh….)
Brrrrrrrrrmmm…. ¡Los tombos!
Como si salieran de un panal se
sentían centenares de abejitas que zumbaban con sus brrrrmmmmm retumbando entre
el silencio solapado de las calles de un centro de Medellín solapadito,
tiernito, calladito. En verdad no eran
centenares de abejitas pero si unas treinta o cuarenta motos con policías a
bordo que se enviaron para que reforzaran la seguridad. Los señores de la fuerza pública se veían
imponentes en sus motos de alto cilindraje color verde fosforescente, verde
para un guayabo.
Boooom y otra vez
boooommm, la cosa no era charlando pero tampoco era en serio. Se escuchaban de lejos insultos, “hijueputazos”, y otra gama de palabras
bonitas que suelen usarse en éstos encuentros con el Estado. En alguna esquina del parque de las luces un
viejito de sombrero blanco, sombrero que nunca se quita o a lo sumo tendrá unos
mil sombreritos iguales a ese, seguía con la venta eterna de sus chorizos
eternos de $1.000, como si los hombres de negro –con apariencia robótica-, ni las piedrotas que lanzaban los
manifestantes, desde el otro lado, lo afectasen. El señor y su sombrero blanco siempre se le
ha visto con su carro de chorizos en una
esquina diagonal al edificio Carré, en verdad su actividad no había concluido
porque aun no se declaraba el paro de los que venden chorizos de mil y en
verdad no es de extrañar en éste país de las maravillas que todos terminemos
armando paro por todo. Pronto será la
tierra de nunca jamás en donde habitaran millones de “niños perdidos”, perdón,
ese no es el nombre: “humanitos perdidos”.



(Vendiendo chorizos a los miembros del ESMAD?... o haciendo una parrillada con olor a gas pimienta.)
En verdad el paro que paralizó el
centro de Medellín, esa ciudad de las Flores y, en general, el país del Carnaval
de Barranquilla, conjugaba una verdadera lucha popular, la de las ruanas, la de
los barequeros y los transportadores, una protesta contra la salud y la
educación, una protesta contra todo, contra el mal gobierno y contra un arrume
infinito de soluciones fingidas. Algo
así como cuando vas a una EPS en donde el doctor te manda acetaminofen (Unas tres cajas en promedio, cada caja con
10 o 15 grageas con 5000 mg de acetaminofen), para el ratico, es la única
medicina apta para sanar todo lo que es y lo que no es enfermedad. Entonces para el dolorcito de cabeza social
que tenemos la única medicina acertada está compuesta por unas capsulas de
sonrisa guasonica dotada de un discurso maquiavélico bien disfrazado para que
el verdadero rostro del "Grinch" no se deje ver por ningún lado. Es cierto, parecemos “los quien” porque aun no sabemos quiénes somos, aun regalamos nuestros votos para que un
colectivo político, no ¡artístico! –Con todo el respeto hacia los verdaderos colectivos artísticos- sea
quien dirija nuestros ideales, nuestros impuestos, nuestro dinero. En verdad la realidad de éste país sin nuevas
realidades sigue presentándonos escenarios como estos…
Pas, pas y crashh y cae otra roca
enorme a los pie de “Don señor de sombrerito blanco” y él ni se inmuta, sigue
volteando sus chorizos, con esa parsimonia y esa calma que lo caracteriza. Seguian sus
chorizos ahí, a la espera que se los comiesen con vinagre o limón. Va volteando los embutidos con carne mientras
los va entregando con una servilleta y una papa a uno que otro curioso. Recibe los mil pesos y sigue volteando
chorizos y luego entrega otro y así.
Pero ese día no era el indicado para cumplir con su labor de hombre que
vende viandas en la calle. De esa manera
varios muchachos comenzaron a decirle cosas como éstas: “cucho abrase de ahí que lo van a aporriar”, “viejo venga le
ayudo...oe, ayúdenme con el carro del abuelo”, “Hey sí viejito que te vas a
quedar acá…esos manes de negro -ESMAD- que te van a comprar nada”(risas). En verdad a “don señor” no le gustó la idea
de irse de ahí, ni de que le ayudaran a correr ningún carro, además uno nunca sabe: de pronto
a un hombre de esos de negro le da por comerse uno de sus chorizos y quien
quita que haga antojar al resto de la cuadrilla de hombres de negro. En todo caso el señor se rehusaba a irse de
ahí, lo más probable es que esa fuera su forma particular de protestar, de no
abrirse del “parche” así una piedra
lo dejase inconsciente, o muerto, en alguna parte de ese Parque de las luces... ¡Por ahora! mejor me
como un chorizo con un poco de gas pimienta.
Fue
un jueves surreal, un jueves con el temor a cuestas y la incertidumbre como
respuesta a todas las preguntas. Murmullos, especulaciones, boom y boooommm,
ESMAD, insultos, gritos, impotencia, silencio, silencio.....ninguna respuesta,
ninguna solución, de nuevo la normalidad en un país anormal.....
(Medellín, 29 agosto
2013)
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